lunes, 30 de junio de 2008

SALITRERAS DE ANTOFAGASTA


SALITRERAS DE LA REGION DE ANTOFAGASTA


El historiador Oscar Bermúdez Miral recuerda que debido a los inconvenientes que desde el primer momento presentó la explotación de caliches del Salar del Carmen, los ingenieros británicos a cargo de la planta, apuraron la búsqueda de mejores terrenos, “ya que el privilegio, de 5 de septiembre de 1868, autorizaba a la empresa para explotar cualquier lugar del desierto”.
Fue así que la expedición enviada por Jorge Hicks, gerente de la Melbourne Clark, halló ricos mantos en Carmen Alto y Salinas, a poco más de cien kilómetros de la actual capital regional, zona que podría ser cubierta con la extensión del tendido ferroviario que la firma gestionaba para el tramo Antofagasta-Salar del Carmen. Esta firma, que tenía los privilegios otorgados por el gobierno boliviano, obtuvo la anulación de la concesión otorgada a numerosos cateadores y empresarios de diferentes nacionalidades que entre 1870 y 1871 descubrieron nitrato en el área del Toco. Tiempo después también se redujeron los privilegios de la empresa británica.
Mientras esto ocurría al interior de Antofagasta, desde mediados de 1872 comenzó el descubrimiento de mantos salitrales en el lado chileno del cantón Aguas Blancas, dos años antes que se firmara el Tratado de Límites entre nuestro país y Bolivia.
En 1876 diversas expediciones de cateo descubrieron nitrato en las cercanías de Taltal en tanto se denunciaban otros hallazgos en Aguas Blancas. Así se estructuraba la industria salitrera en la actual II Región, con la configuración de los distintos cantones: El Toco, Central, El Boquete, Carmen Alto, Aguas Blancas, Taltal.
En El Toco destacaban las oficinas “Coya”, “Empresa”, “Grutas”, “Iberia”, “Prosperidad”, “Peregrina”, “Rica Aventura”, “Santa Isabel” y “Santa Fé”.
En el cantón Pampa Central, oficinas como “Ausonia”, “Agustín Edwards”, “Aníbal Pinto”, “Arturo Prat”, “Araucana”, “Anita”, “Angamos”, “Carmela”, “Cecilia”, “Candelaria”, “Curicó”, “Francisco Puelma”, “Filomena”, “José Santos Ossa”, “María”, “Perseverancia” y “Luisis”. En Aguas Blancas, las oficinas “Avanzada”, “Bonasort”, “Eugenia”, “Oriente”, “Pepita”, “Cota”, “Petronila”, “María Teresa” y “Rosario”. En la mayoría de ellas se impuso el sistema Shank en el proceso productivo.
Como en Tarapacá, la industria salitrera de la provincia antofagastina sufrió los vaivenes de los mercados externos, que se acentuaron durante las primeras décadas del siglo XX.


PRESIDENTE MONTT EN SALITRERAS

Una visita de una semana a la provincia de Antofagasta realizó en abril de 1909 el Presidente de la República, Pedro Montt, como parte de la gira al norte, que además consideró Tacna, Arica, Iquique y Tocopilla.
El mandatario y su comitiva viajaron a bordo del acorazado “O’Higgins” y antes de llegar a la actual capital regional, vivitaron Tocopilla y algunas oficinas del cantón El Toco, como “Prosperidad”, “Rica Aventura”, “Grutas”, “Empresa” y “Santa Isabel”. En la mañana del 17 “la comitiva se reunió en ‘Santa Isabel’ y salió en numerosa caravana de coches y caballos, para los tranques construidos por la Casa Sloman para aprovechar las aguas del Loa. El tranque viejo desarrolla 300 caballos de fuerza y el nuevo 1.500”.
En este último lugar “se ofreció a la comitiva un lunch espléndido; el almuerzo había tenido lugar en ‘Santa Isabel’. A las 3 p.m. la comitiva emprendió el viaje de regreso a Tocopilla”, explicaba una crónica de “El Mercurio” de Antofagasta.
Montt luego se dirigió a Gatico, Mejillones, Antofagasta. Desde esta localidad viajó a Calama, en tren especial haciendo escala en Carmen Alto y Sierra Gorda. De regreso a la costa, recorrió el ruinoso edificio de la Aduana antofagastina, la cárcel pública, el cuartel de Bomberos, la Escuela Profesional de Niñas y el Liceo de Hombres “que ocupa un caserón viejo y oscuro de la Calle Latorre”, la Protectora de Empleados y la Iglesia Vicarial”.
En su último día en la zona, Montt visitó algunas oficinas del cantón salitrero Aguas Blancas para regresar a Coloso y desde esa caleta embarcar rumbo a Taltal.


CRISIS CICLICAS DEL SALITRE

Desde sus inicios, la industria salitrera en las dos antiguas provincias de Tarapacá y Antofagasta, soportaron crisis cíclicas originadas por altibajos de los mercados externos. Las consecuencias siempre fueron las mismas: cesantía, cierre y reapertura de oficinas, hambre, pobreza y agitación social.
En 1926, por ejemplo, la falta de compradores en los mercados internacionales agudizó la crisis que enfrentaba la industria en la provincia antofagastina. El problema que comenzó a manifestarse un año antes, llegó a los centros productivos del cantón Central.
Como en otras ocasiones, miles de trabajadores quedaron cesantes y, junto a sus familias, bajaron hasta Antofagasta en busca de ayuda. Aquí fue poco lo que pudieron hacer, porque el desempleo también se hacía sentir, por lo que algunos pampinos vivían de la caridad. Otros, en cambio, fueron socorridos por algunas organizaciones obreras.
Como el número de cesantes aumentaba cada día, las autoridades de la provincia buscaron alternativas para los desempleados o para aquellos obreros que permanecían en la pampa laborando en las oficinas que todavía no cerraban o que sabían que pronto quedarían sin trabajo. Entre las iniciativas resaltaba la posibilidad de ser contratados por la firma propietaria de Chuquicamata, mineral de cobre cercano a Calama; en Potrerillos o ser reubicados en aquellas oficinas que determinaron continuar con las faenas extractivas y de exportación.
Las crisis cíclicas de la industria del nitrato preocupaba a los gobiernos, ya que este sector entregaba importantes aportes al erario, que permitía impulsar algunas obras de envergadura a lo largo del país.
En 1926, la Intendencia consciente del problema, ayudaba en la medidas de sus posibilidades, coordinando el embarque de obreros del salitre y sus familias que deseaban regresar a sus lugares de origen, fuese en el centro o sur del país. Esto, mientras mejoraba la situación en la pampa; ya que eran numerosos los trabajadores que retornaban al norte para continuar en las faenas del salitre.
Así ocurrió en 1927 cuando se vaticinó la reapertura de 44 oficinas. “El Mercurio” de Antofagasta atribuyó el anuncio a la reactivación de los mercados, especialmente en Europa, situación que permitía presumir que habría una masiva reapertura de oficinas salitreras paralizadas desde hace dos años debido a la falta de compradores del nitrato.
Estos centros productivos se unirían a aquellas oficinas que todavía funcionaban, pero no a plena capacidad. Los indicios más notables de que la situación de la industria mejoraría fue la puesta en marcha de “Francisco Puelma”, “Aníbal Pinto”, “Arturo Prat” y “Araucana”.
Las autoridades, mientras tanto, adoptaban las medidas para recibir a los contingentes que regresarían desde el sur para reintegrarse a sus antiguas labores en la pampa. Se estimaba, según el diario, que los primeros en retornar serían aquellos obreros que permanecieron en Antofagasta, Tocopilla y Taltal, desarrollando otras labores mientras esperaban volver a las salitreras.
Junto con los anuncios y rumores que corrían en la ciudad y la pampa, también se estimaba que crecería el movimiento marítimo con aquellas naves que arribarían para dejar mercaderías y retornar llevando en sus bodegas el nitrato que requerían los campos de norteamérica y Europa.

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